Mary Tudor {Casting}

Era mediados de otoño y las temperaturas comenzaban a descender abruptamente y junto a eso, mi ánimo estaba un poco apesumbrado, y es que, no me agradaba mucho el frío porque eso significaba que no podría salir a jugar a los jardines. Madre siempre estaba muy atenta a mi salud, ya que era una niña muy enfermiza y temía que me ocurriera algo, así que junto con padre decidieron que lo mejor era cuidarme y tratar de evitar la mayor cantidad de enfermedades posible, y el frío siempre hacía que me doliera la cabeza. Por lo tanto en esa época del año, las horas que podía tener libres debían ser ocupadas para mi educación, después de todo era una princesa, que quizá algún día sería la reina de Inglaterra.

Estaba parada frente al gran ventanal de mis aposentos, observando los matices de colores grises que comenzaban a devorar el cielo, dejándo atrás el bello celeste que tanto me gustaba. Una de mis damas de compañía estaba sentada frente al fuego bordando, mientras esperabamos que mi intitutriz vienera a buscarme para ir a ver a mamá. Me sentía emocionada y feliz, puesto que tenía logros que contarle y que sabía que la harían muy feliz. Además sabía a priori que ella sería la encargada de darle las nuevas noticias a Padre y estaba segura que se sentiría orgullo de tenerme como hija. Sonreí al evocar el recuerdo de la última vez que lo vi. Siempre se veía muy ocupado y no me sorprendía, ser rey no debía ser una tarea muy fácil y él debía dedicarse a su obligaciones como gobernante, sin embargo, aún así tenía tiempo para recibirme y demostrarme su cariño. Una de las cosas que más me gustaba era cuando me cogía en brazos y sonreía, era una muestra clara de que estaba haciendo las cosas bien. Con madre era un poco diferente, la veía más seguido y por tiempos más largos. Cuando hacía buen tiempo ella jugaba conmigo en los jardines, solíamos rezar juntas y a veces me contaba de su tierra natal, el reino de España, además que siempre estaba dispuesta a practicar el castelleno y el latin.

El inconfundible sonido de zapatos sobre el piso me anunció que mi intitutriz había llegado, dejé todos mis pensamientos a un lado y me giré a tiempo para verla entrar a mis aposentos junto a otras tres de mis doncellas. Todas hicieron una reverencia.

-Su alteza- Se dirigió a mi con su voz imponente y respetuosa. Ella era una mujer muy estricta y de un carácter firme que se veía reflejado en sus rasgos duros y un poco añiñados. Siempre vestía de negro y sin joyas, más que una cruz que colgaba de su cuello. Una vez le pregunté porqué no vestía con colores como las demás damas y ella me contestó algo contrariada, que estaba de luto. No quise volver a preguntar nada más. -La reina la espera- Me anunció tendiendo su mano, yo asentí y caminé hasta ella con paso lento y la cabeza erguida, tal como me había enseñado. Cogí su mano y le sonreí con nerviosismo y ansiedad. Ella solo me apretó la manita suavemente y ambas salimos de la habitación seguida de mis damas, rumbo a ver a Madre.