Marchés, tissus, et qui êtes-vous? (Isabella)

Los días de mercado eran ajetreados sobretodo en domingo, por eso solo iba en contadas ocasiones en días de diario.

Ese miércoles había tomado mis lecciones, como cada día sin mucha variabilidad, salvo dos o tres conceptos nuevos que había asimilado, en mi tiempo libre antes de la comida mi madre había decidido mandar ir al mercado acompañada de una criada para comprar telas, yo me había mostrado entusiasmado con la idea de salir un rato y al final mi madre asintió haciéndome prometer que no me separaría de su lado.

Así fue como comenzamos a caminar, metiendo las manos en los bolsillos de mi capa debido a frio que comenzaba a colarse por las calles de París, algo normal en esta epoca del año donde el otoño estaba bien entrado y las hojas amarillas eran arrastradas por el mismo aire que hacia ondear las banderas del castillo del cual nos alejabamos.

Conforme entramos en el mercado podiamos percibirlo ya que a veces el olor era desagradable, sobre todo cuando pasamos los puestos de la comida, afortunadamente nuestros pasos nos llevaron a otra zona donde las mujeres pasaron las manos por el tejido comprobando su calidad yo distraído y curioso como siempre observaba el ir y venir de la gente, entre la multitud y los colores llamativos de las telas se me paso el tiempo.

Me preguntaba como conseguirían cambiar la lana blanca en aquellos tejidos ¿Cómo se hacían los tintes? Me gire para preguntárselo a mi madre pero ella no estaba, mire alrededor desorientado, sabia como volver al castillo pero jamás me había pasado una cosa así.

Finalmente luego de varios días de viajar, había arrivado a la linda ciudad de Paris, Francia. La había podido visitar en alguna que otra ocasión en el pasado pero nunca había tenido el tiempo necesario para poder conocerla a fondo. Apenas comenzaba a amanecer cuando el vehículo que me llevaba hacía aquella hermosa ciudad llegó a mi destino. Sentí como el mismo se detenía para luego observar como abrian la puerta de el carruaje en el que me hallaba, para proceder a ayudarme a bajar del mismo. Una brisa caracteristica de las mañanas hizo que mi cabello se moviera un poco y que un leve frio pasase por mi cuerpo. No tarde en comenzar a caminar hacía el lugar en el cual me hospedaría mientras me hallara en Francia, deseosa de poder descanzar un poco.

Aquella construcción era algo definitivamente para admirar; la sola vista del lugar al entrar hacía que en mi cabeza se formulara la idea de poder vivir en un lugar asi cuando finalmente pudiera encontrar a alguien para desposarme. De momento me conformaba con vivir en el viejo hogar que me habían dejado mis padres y esperaba que pronto pudiera casarme. No era bien visto que a mi edad aún siguiera sin marido, pero siempre había tenido la esperanza de poder encontrar al marido perfecto...un principe azul como en los cuentos que solía contarme mi madre de niña.

La mañana paso algo rápido considerando que aún cansada del viaje no podía consiliar el sueño. La idea de salir a conocer la ciudad y explorar sus alrededores se formuló en mi cabeza; y aún aunque fuera temprano era imposible seguir entre aquellas paredes cuando un hermoso día me esperaba. Decidida solicite a una de mis damas que me acompañara y un momento más tarde nos hallabamos caminando entre las calles de Paris. Paris tenia un aire especial, cada cosa era algo romantico..o quizas yo lo viera de aquella forma debido a mi mente soñadora. Pero de todas formas allí me hallaba caminando en medio de un gran mercado cuando un puesto de telas llamó mi atención. Necesitaba de un nuevo vestido para una fiesta de sociedad que tendría en unos días y tal vez allí pudiera encontrar alguna tela que me llamara la atención.

Conforme me acerque a mirar las telas note como un niño buscaba a alguien con su mirada; le sonrei tiernamente sin atreverme a hablarle dado que frances era muy malo, pero de todas formas algo me decía que en caso de que necesitara mi ayuda algo me diría. Entonces pude notar que el niño tenía un gran parecido con uno de los principes de Francia al cual aún no había tenido el honor de conocer.
- Su alteza? - dije haciendo una reverencia para luego observar al principe. En el peor de los casos podría equivocarme, pero si tal cosa sucediera iba a poder disculparme.