¿Es difícil caminar por las calles heladas? {Alexander}

Aquel día la condesa había pasado la mayor parte del día en su casa, no por nada en especial, simplemente queria supervisar que la llegada de la nueva mesa era perfecta. Había decidido cambiar la antigua hacia unas semanas ya, cuando descubrió que a una de sus doncellas se le había derramado una jarra de agua sobre ella y una marca de agua en la madera ensuciaba la mesa. Contenta con como habían ido los "tramites" ordeno a su cochero llevarla a la ciudad aunque nada había allí que llamase especialmente la atención de la joven. Los caminos, por suerte, no estaban helados pero si llenos de agua, encharcados, Elizabeth solía ser precavida y siempre viajaba en un carruaje cubierto.

Al llegar a las calles de Londres y posar sus pies en el suelo, un leve crujido bajo sus pies la advirtió de que las calles estaban heladas, hasta el punto de crear una capa de finisima de hielo, que se rompia al contacto pero que era peligrosamente resbaladizo. Por suerte la condesa tenia un buen equilibrio. Observó su coche alejarse hasta convertirse en un minúsculo punto en la lejanía. El viento, abundante pero suave, le daba de pleno en la cara, haciendo que su pelo ondease tras ella y de la misma forma su vestido, de color esmeralda aquel día. Suspiró para si misma y emprendio el paseo, lento y seguro pero elegante y grácil. La joven sostenia su vestido con tal de que no arrastrase por el suelo, salvando asi los bajos de ser ensuciados por la suciedad de los habituales suelos de Inglaterra, pero sin dejar ver nada más que sus zapatos. Llamalo decoro, coquetería o como gustes. Una, dos, tres calles hacia el centro de la ciudad, pasando por múltiples puestos de artesanía. Elizabeth, cansada de tener que sostener sus faldas y caminar vigilando cada paso que daba, se paró delante de un pequeña casa. En la entrada colgaban todo tipo de cosas, desde preciosos y vulgares collares hasta ristras de carne en no muy buen estado. Giró la cara al encontrar la primera rata roer la carne. Deslizó su mano delicadamente pos su cuello mientras el viento jugaba con los bucles de su sedoso pelo, aquel gesto, acariciar su cuello, era algo que se podría considerar una manía de la condesa, a Elizabeth le gustaba sentir el suave tacto de su piel.

No se veía a mucha gente en la calle, sería que el tiempo no acompañaba. La castaña emprendió el paseo de nuevo, oyendo cada crujido de la fina capa de hielo bajo sus pies a cada pequeño paso que daba. Por suerte, la mujer ya estaba habituada a caminar por las calles de Londres, y aquel tipo de infortunios le eran indiferentes. Estaba tan concentrada en no dejar que su vestido no tocase el suelo que no advirtió de la presencia que había a pocos pasos de ella misma, algo raro en la condesa pues siempre solía tenerlo todo bajo control, digamos que el hielo, el barro y la idea de ensuciar su caro vestido era algo que tenia a su cabeza ocupada.

Habia salido de casa con la simple intención de ir en la busqueda de "patinar" sobre esa especie de hielo que se habia formado en las calles, era cierto que no tenia nada mejor que hacer, pero cuando me dijo Aliena que habia hielo, me imaginaba que habia más no la fina capa de hielo, llevandome una decepcion, bastante grande.

Aun asi aproveché para salir, sabia que no habría mucha gente, dado que el frío invernal no atraia a la poblacion a salir de sus hogares, bueno, habia algunos que no tenian más remedio que quedarse en la calle, dado que vivian en ella, realmente me dolia verlos alli, pero apenas podia hacer nada, daba gracias a que no estaba en su situacion, pese a haber pasado por ella luego del fallecimiento de mis padres, algo que creia superado, pero el hablar de la familia me producia cierta sensacion a vacio que al parecer daba a entender que no era cierto, pero ellos habian "caido" cuando la catedral se derrumbó por primera vez, ahora, luego del fuego que produje en ella, se necesitaba personal para la reconstruccion, y como era normal, habia sido llamado a participar...llamaban al causante que lo creó, pero eso ellos lo desconocian, algo a mi favor sin duda.

Entonces vi una figura con un traje que parecia caro, asi que me acerqué hacia ella, la curiosidad era mas bien un defecto para mi que una virtud, dado que me habia traido demasiados problemas, pero no me resultaba para nada un impedimento, de hecho me agradaba ser curioso, gracias a ello habia aprendido el arte de esculpir, de crear de la nada...una obra de arte, tambien habia aprendido a luchar y mi manera de examinarme era en los torneos, me gustaba superarme, tener como metas en una vida que aveces me carecia de sentido.

Cuando estuve frente a ella, la miré y la reconoci, era la condesa Sawyer, pero como nunca utilizaba "el nombre correspondiente protocolario", y ella lo sabia simplemente me quedé mirandola y sonrei.

-Señorita Sawyer, que alegria verla!-dije con una sonrisa un tanto cinica, cierto que me alegraba, pero no esperaba que fuera por aqui, ¿ella andando sin carruaje? era realmente extraño, almenos desde el tiempo que la conocia, que aunque nos llevabamos bien, nos era dificil coincidir en algunas cosas, en bastantes, para ser sincero.

Sí, la mujer no se percató de que el moreno estaba merodeando por allí hasta que lo tuvo delante. Se rascó el cuello con delicadeza, dejando que el bajo de su vestido se posase en el suelo y avanzo un paso hacia Alexander. Era fácil reconocerle, tenia las manos de un escultor y la cara a menudo ligeramente sucia por el polvo que levantaba al esculpir. Elizabeth suspiró fijando su mirada en la sonrisa cínica del moreno. La castaña sonrió ligeramente, cierto que Alexander podía considerarse lo mas parecido a un amigo de la baja sociedad que tenia pero tambien era cierto que en ocasiones el muchacho era capaz de exasperar a la condesa hasta limites insospechados.

-Fitzroy, me encantaría poder decir lo mismo pero ambos sabemos que no seria estrictamente cierto.- La mujer se retiró varios mechones de pelo que le viento había pegado a su cuello sonriendo de forma divertida. No iba a ser todo lo educada que debería, ya que nada le exigía ni siquiera estar hablando con Alexander, lo hacía por simple placer. Alzó una ceja y recogió su vestido del suelo, elevándolo casi a la altura de sus tobillos y dio un paso hacia delante, oyendo crujir, casi con placer, el suelo bajo sus pies, era como si pisotease miles de huesos hasta hacerlos polvo, una idea un tanto macabra pero realmente pasó por la mente de la condesa. Se puso a la altura de su improvisado compañero de paseo y le dedico una dulce mirada que a su parecer a veces no merecía.

-Supongo que no vais a quedaros ahí de pie ¿verdad?- ¿Era una invitación a pasear con ella? Podría considerarse como una o podría no hacerse, todo dependía de los oídos que oyesen semejante frase, ella desde luego no iba a obligarle a acompañarla aunque en realidad podría hacerlo. Se relamió sutilmente los labios, solo para humedecerlos y caminó lentamente hacia delante, dejando a Alexander algo atrás, pero sin duda la condesa confiaba en que el moreno sería inteligente y la seguiría.

¿Porque no me sorprendia su trato hacia mi? simplemente, porque la conocía, simplemente era eso, rodé los ojos sin dejar de sonreir, teniamos una relación entremezclada con un trato hostil y amistad, que aveces dudaba de esa peculiar amistad, me extrañaba de sobremanera verla con ese traje que deberia haberle costado mucho dinero paseando por la sucias calles, era algo que nunca imaginé ver, cuando dijo aquello simplemente enarqué una ceja, pasee por su alrededor, al fin y al cabo estaba en mi territorio, puede que en su casa, palacete o lo que fuese, ella dominara la situación, pero aquí era mi terreno, sonrei con cierta maldad y me dirigi a ella haciendose que se parase, teniendola frente a mi, y con cara de ser superior, sabia que no lo era, pero nunca estaba demás, hacerle sentir un poco mal a la señorita Sawyer.

-Exacto, aunque no me extrañaria de vos que mintieseis-dije dejandolo caer, estaba cansado de hacerme el ignorante, ella de igual modo sabia que era bastardo y abusaba de esos conocimientos haciendo "daño" donde más dolia, si, esa era nuestra amistad, que aunque no del todo sincera por mi parte, ya que de algun modo no le diria ciertas informaciones, ya fuera mi escasa o nula creencia hacia la religion, asi como el que odiase con todo su ser el hecho de los matrimonios concertados, suponia que a los nobles no debia hacerlos gracia tal tema, almenos a las damas, pero su "honor" era siempre superior a su persona, gran estupidez.

Pero mi odio hacia tal tema, venia a consecuencia del matrimonio concertado de mi hermana con un noble, un noble ruso, llamado Viktor, que si quisiera se la podria llevar de Inglaterra, si quisiera le podria hacer daño alli o incluso barbaries que nunca consentiria, esperaba que no fuese a ese nivel, aun asi, la preocupacion y el temor, me inundaban, aunque de igual manera me inundaba la ira, si ese desgraciado desconocido le hiciese algo.

Entonces la voz de Sawyer volvió a sacarme de mi mente, como una mano saca espigas del campo, me centré en ella.

-No, pero..-dije y no pude terminar la frase, puesto que se fué, di un largo bufido, perfectamente hubiese podido seguir mi camino, pero la curiosidad siempre me fué superior, para bien o para mal, pero queria que me contase más sobre ella, hacia bastante que no nos habiamos visto, más bien porque supongo que tendria demasiadas "ocupaciones", a mi modo de ver..."calentar sillones", sonrei divertido, y la seguí corriendo hasta donde se encontraba, rodé los ojos antes de seguirla.

-Y bien ¿a donde quiere ir exactamente? porque sinceramente, dudo que conozca mucho del "mundo terrenal"-dije sonriendo con cierta maldad divertida


Off: Perdon por tardar y mini post u.u